Si tomamos plena consciencia de que ya estamos en el estado que deseamos, emprendemos un atajo hacia el logro. Imagínate sano, en presente perfecto.
Las células son entes asombrosos por su complejidad y versatilidad, cada uno de nosotros se compone de miles de millones de células que lo rigen todo, desde el movimiento hasta la memoria y la imaginación. Nos construimos a partir de una sola célula, el óvulo fecundado; toda la vida en el planeta surgió de una sola célula primigenia hace miles de millones de años. La teoría celular explica cómo funciona nuestro cuerpo en la salud y en la enfermedad, y el conocimiento de cómo envejece la comunidad celular nos devela la razón de que nuestro cuerpo tenga fecha de vencimiento.
El conjunto de células que nos componen constituye una excelsa sociedad que ha conseguido un grado de perfecta coordinación sin necesidad de un consejo de dirección. Se trata de un sistema cooperativo de gran autonomía.
Como en todos los aspectos de nuestra vida, con las células sucede igual y es que nosotros no controlamos nada, las células llevan a cabo una variadísima gama de funciones diferentes: las de la piel nos envuelven y protegen, las del sistema circulatorio forman los vasos conductores, las nerviosas transmiten impulsos, las intestinales absorben el alimento, las del riñón filtran la sangre, las sanguíneas transportan oxígeno, las de huesos y cartílagos actúan de soporte, y así sucesivamente.
A pesar de esta enorme diversidad, todas las células funcionan según los mismos principios y todas las de un mismo individuo contienen esencialmente la misma información genética. Las células son piezas de nuestro cuerpo que viven y reaccionan a todas las sensaciones, igual que un niño.
Si nunca alabas a tu hijo y siempre le amonestas diciéndole que no hace nada bien, se desanimará y no tendrá autoestima llegando a creer que no sirve para nada, de esta manera tu hijo se llena de complejos, no desarrolla sus cualidades y peor aún, aunque no le digas nada negativo directamente, sin embargo eres una persona violenta en su andar y hablar; tan solo con estar presente en tu existencia, igual toxicidad producirás en los niños o cualquier ser vivo.
De modo parecido reaccionan las células. Si nos quejamos constantemente de nuestras situaciones e imaginamos la peor de las enfermedades generando preocupaciones de todo tipo, si hablas mucho sobre ellas, si realizas los quehaceres del día malhumorado y enojado, seguramente no animaras a tus células y no activarás la energía vital en ellas, sin darte cuenta rechazas la fuerza etérea universal que nos quiere servir amorosamente. Las células, que están a la escucha de tus sensaciones, pensamientos y palabras, te responderán de acuerdo con tu comportamiento, y en concordancia con esto es que asumo mi responsabilidad de haber atraído la experiencia llamada “enfermedad”.
Piensa que cuando dices y sientes «yo vivo» lo dicen también tus células, cuando dices que estás enfermo, también lo dicen tus células. Las células no entienden de doble sentido tampoco, cuando dices por cualquier razón vana “me quiero morir” ellas harán todo lo posible por alinearse en complacerte.
También cuando nos quejamos de las infinidades de causas que nosotros mismos nos hemos creado, esto también lo sienten las células, y con el tiempo se comportaran correspondientemente. Perfecta imagen y semejanza, nuestra.Cuando logramos poner a nuestro cuerpo enfermo, la correcta medicina es dirigirnos a nuestras células enviándoles mensajes positivos y de sanación, ese es el mejor y más nutritivo alimento. Nuestra actitud es un complemento fundamental junto con la ciencia.
¿Cómo hablar a tus células? Según estudios cuando te relajas y te imaginas a otra persona, sus neuronas cerebrales entran en contacto con las tuyas y viceversa. Es como si no estuvieras tan distante de esa persona como quiere hacerte creer el mundo físico, es como si estuvieran juntos en algún lugar. Me enamora esta idea.
Jung llamó a ese “lugar”, inconsciente colectivo. Sheldrake lo llama campo morfogenético, Peter Russell lo llama cerebro global y José Silva Inteligencia Superior. Llamemos como llamemos a la ruta utilizada, nuestra conexión entre neuronas cerebrales jamás llama a un número equivocado.
Para evitar que se pierda la comunicación, debes seguir dos reglas: hablar de una manera amorosa y en igualdad de condiciones, hablar de una manera que beneficie a ambos (cuando se trata de otra persona), por esa razón aquello que ya he dicho anteriormente en cuanto a que todo lo que uno se plantee, debe ser “para mi bien mayor y el de todo los involucrados”.
Lo mismo puede decirse de tus propias células. Háblales de una manera amorosa, no hagas nada con miedo, confía. Comunícales los beneficios para ellas y para ti, de esta manera aceptarán tus instrucciones. Te comprenderán porque también quieren lo mejor para ti.
El método de trabajo, como oncólogo, del Dr. Carl Simonton con sus pacientes de cáncer (que estuvo estrechamente relacionado con la creación de la Psiconeuroinmunología) consistía en animarle a que se relajaran, e introducirse mentalmente en su cuerpo y visualizar cómo las células blancas del sistema inmunológico reunían a sus fuerzas hasta derrotar a las células cancerígenas.
El método de José Silva también consiste en relajarse profundamente, pero en este caso lo que hace el sujeto es situarse en un laboratorio imaginario y arreglarse a sí mismo, reconstruirse. También se puede arreglar a otra persona.
Solo ampliaré en este libro el método de Simonton, porque no trae tanta metodología, pero ustedes, obviamente, pueden investigar o crearse cualquier otro sistema que determinen y que resuenen con él. Lo cierto es que nuestras células somos nosotros y tenemos que amarnos emulando la perfección de nuestro estado como cuando estábamos en el vientre de nuestras madres, las células adoran que estemos pendientes de ellas amorosamente y responden en concordancia.
Hace algunos años se realizó un experimento en relación a este punto. En una empresa fabricante de radios en la región centro oriental de los Estados Unidos, los ejecutivos decidieron cambiar el tono de la luz fluorescente para estudiar los resultados sobre la productividad de sus operarios. Al dedicarse en poner tubos de tono algo más rosado en una sala de montaje, la producción aumentó en un 10%, luego al dedicarse a poner tubos de tono más azulado en otra sala de montaje, sucedió lo mismo: la producción también aumentó en un 10%. Decidieron volver a las luces primitivas. La producción volvió a subir un 10% en ambas salas.
Pero asombrosamente el color de las luces nada tuvo que ver sino el hecho de que los trabajadores reaccionaron a la acción de “dedicación”, la acción e intención de que alguien se ocupó de ellos fue determinante. Reaccionamos positivamente al hecho de que la gente se ocupe de nosotros. Tus células responden cuando te ocupas de ellas.
En el proceso donde el Dr. Carl Simonton desarrolló un método para fortalecer el sistema inmunológico, adaptó el método Silva cuando era oncólogo en la base Travis de las fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, enseñó a sus pacientes de cáncer a relajarse y como les comenté anteriormente, les sugirió imaginaran que eran capaces de introducirse en su cuerpo y crear la representación de que sus células blancas de la sangre eran muy ponderosas, y reunían a sus fuerzas para derrotar a sus células cancerosas, eliminándolas de su cuerpo.
Descubrió que no importa que la representación visual de este proceso que se formaba el paciente no fuera avalada científica o correctamente. Lo realmente definitorio era el concepto, el cual representado de cualquier modo transmitía el mensaje y por consiguiente el efecto positivo era indudable. El cáncer se estaba curando en la base Travis de las Fuerzas Aéreas, con mayor proporción de éxito que en otros centros y en menos tiempo.
En resumen, los pasos del método Simonton son:
- Relájate física y mentalmente.
- Imagínate que estás dentro de tu cuerpo, donde está situado el cáncer.
- Visualiza mentalmente las células blancas de tu sangre, en tus vasos sanguíneos y capilares.
- Prográmalas con imágenes mentales; háblales amorosamente con palabras mentales. Anímalas a expulsar del cuerpo las células cancerosas ya muertas o moribundas por el tratamiento de radiaciones o por la quimioterapia.
- Obsérvate a ti mismo perfecto, y finaliza la sesión.
Que todo esto que sugiere el Dr. Simonton sea un acto de amor, no de guerra. Cuanto mejor practiques la relajación, mejor recibe tus comunicaciones las células corporales y recuerda tener a la mente saboteadora al margen, no te distraigas con ella, déjala estar y sigue en lo tuyo.
Muchas personas tienen cierta tendencia de buscar ayuda para relajarse a través de audios grabados ya sea música o palabra hablada, muchas de estas cintas están bien hechas, sin embargo, son sólo cintas, son registros electromagnéticos de la realidad. En ellas no interviene ninguna consciencia y por ende no se establecerá relación alguna con tus células. Como en toda relación de amor verdadero uno debe estar presente con todo el corazón. En plena consciencia.
Las células de tu cuerpo no reaccionan ante la comunicación sintetizada, esto no da resultado con la consciencia de las células, el lenguaje que ellas comprenden es tu acto espontáneo de establecer el contacto con tu cuerpo, con tu deseo consciente.
Te resultará muy fácil entrar en contacto ahora mismo con las células de tu cuerpo y decirles que te ocupas de ellas, que estás presente y la respuesta es tan positiva que quedarás prendado.
La idea es que te relajes física y mentalmente y hagas un viaje por todo tu cuerpo, agradeciendo a tus órganos y a tus células el buen trabajo que realizan, luego de esto quédate en paz, con esa paz que se siente después de amar con todos tus sentidos. Es una relación de amor contigo mismo.
Lo único que necesitas es, comprender lo que quiere decir “hacer un viaje por todo tu cuerpo”. Puedes hacerlo como quieras, pero igualmente te presentaré el ejemplo de un viaje típico.
Imagina que te deslizas desde la punta de un cabello, hasta llegar más abajo del cuero cabelludo. Da las gracias a tu cabello por ser tu corona gloriosa y pídele que transmita su agradecimiento al resto del vello de tu cuerpo. Haz lo mismo con el cuero cabelludo, enviando el mensaje de agradecimiento a todas sus células cutáneas. Baja al cráneo y haz lo mismo, dandolas gracias a toda la materia ósea de tu cuerpo. Luego, al cerebro. Merece tu agradecimiento, pues es la mejor computadora que existe hasta la fecha. Da las gracias a tus ojos, a tus oídos, a tu nariz, a tu boca. Presenta tus respetos a tu estómago: ¡qué gran central química es! y lo mismo con tu conducto intestinal por absorber las sustancias nutritivas, con tu colon por su ingrata tarea de eliminar los desperdicios y ni más ni menos con tus riñones. No te olvides del sistema reproductor mientras estás en esa parte de tu cuerpo. Vuelve por un vaso sanguíneo, mientras da las gracias a las células rojas y blancas, al plasma, a los vasos mismos, mientras vuelves por el corazón, ¡gracias maravillosa estación de bombeo! y pasándote también por los pulmones ¡hacen un extraordinario trabajo! Vuelve a salir subiendo por un cabello en el mismo punto por donde empezaste. Realiza las variaciones que gustes, esta es tan solo una idea de un viaje fantástico.
Extracto mi libro «Más allá del cuerpo» / Capítulo 6
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