Les presento mi nuevo libro.
Regresar. Hasta cuándo puede esperar la humanidad que accionemos por su bien, mientras nos mantenemos como simples espectadores de todas las atrocidades que observamos en nuestra vida cotidiana y a través de cualquier espectro radio eléctrico.
El tiempo que nos queda ya no lo podemos usar para simplemente voltear la mirada, mientras la actitud barbárica de tantos está acabando con toda manifestación de dignidad y de vida en el planeta.
En este libro exalto lo imprescindible de retornar a nuestra esencia más pura. Regresar, como un irreemplazable acto de amor para nosotros mismos y para la humanidad; ella nos requiere de vuelta con todas las cualidades de un niño.
Cada vez que es engendrado un ser dentro del vientre materno y luego al nacer en este plano de vida, tenemos nuevamente la oportunidad de renacer diferentes. El planeta tiene otra oportunidad.
La humanidad siempre ha esperado que regresemos, pero no a algo que fuimos en algún instante de la historia del hombre adulto sobre la tierra, sino a nuestra esencia más pura, esa con la que llegamos al vientre de nuestras madres y que nos distingue con cualidades superlativas en nuestra primera infancia.
En los registros de la historia humana no hay referencia alguna donde el hombre no haya mostrado cierta condición barbárica sobre otros. Algunas “civilizaciones” se han dedicado a adoctrinar al niño recién llegado para continuar su ignominia, por los siglos de los siglos. Una programación que está acabando hasta con la vida del planeta mismo. La ambición los ha convertido en conquistadores, colonizadores, terratenientes, inhumanos. En bárbaros.
Hasta ahora han sido mayoría sobre otras comunidades que han estado alineadas en la ruta de la expansión de una consciencia distinta, de amor a sí mismo, hacia otros y en consecuencia hacia el planeta.
Es imprescindible volver a nuestra esencia más pura, y para ello, la física cuántica nos permite saber que en ella existe un camino para lograrlo ya que sugiere la existencia de muchos futuros posibles para cada momento de nuestras vidas.
Cada futuro se encuentra en un estado de reposo hasta que se despierta por las elecciones hechas en el presente. Cada vez que es engendrado un ser dentro del vientre materno y luego al nacer en este plano de vida, tenemos nosotros nuevamente la oportunidad de renacer. El planeta tiene una nueva oportunidad.
La humanidad nos requiere de vuelta con todas las cualidades de un niño. Lo que debemos reaprender de ellos no es algo pueril, estar a su lado es regresar a lo que fuimos, a lo que somos y olvidamos. Recordarnos, volver a nuestra esencia más pura es la sabiduría, la conexión más profunda con el presente absoluto, darnos cuenta que vivir es una ocasión especial, única, para avanzar como especie en armonía con el planeta.
La magia, la maravilla, el misterio y la inocencia del corazón de un niño, son las semillas de la creatividad y la compasión que sanan al mundo. Solo tenemos que volver a él.
Ese es el camino y allí están las soluciones que esperan ser reconocidas para todo lo que aqueja a nuestros corazones y al planeta, allí está la cura a tanto dolor y desasosiego.
“A menos que seas como un niño, no entrarás en el reino de Dios”. Este, más que un mensaje católico, tiene un poderoso significado cuántico. Ese reino es el campo de todas las mejores posibilidades.
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