No es que ves a una persona o llegas a un lugar y te recuerda a alguien, es que llevas a alguien dentro de ti… y la ves en todas partes. Lo que es adentro, es afuera.
Existen voces que te abrazan y permanecen para siempre, inolvidables.
Que no se “vaya” nadie que amamos o que nos ame, sin que se lo hayamos dicho y demostrado. Que no te “vayas”… sin haberlo hecho. Sería injusto… y sucede tanto. Por orgullo, malos entendidos, odio, incomprensiones, o simplemente por creer que siempre estarán (estaremos) “ahí”… aquí.
…y nos distraemos.
La vida es breve.
Que sea esta la del perdón; pero ese que olvida. Que sea esta la del despertar, la del amor sin condiciones.
Si pudiéramos mirar en el corazón del otro y entender los desafíos a los que cada uno se enfrenta a diario, nos tratariamos con más gentileza, respeto, empatía y cuidado.
Al iluminar la sombra que me habita, también ilumino la sombra colectiva.
Por cada punto de luz que ilumino dentro de mí, el planeta queda más iluminado.
Cuando transformo el orgullo que hay en mí, en humildad, el mundo se vuelve más humilde.
Cuando transformo el miedo que hay en mí, en confianza, el mundo se vuelve más confiado.
…por ello, lo que es adentro es afuera.
Somos los creadores de todas nuestras experiencias y las del planeta mismo, siendo parte energética de una masa crítica.
Existen personas que te gustan porque las valoras de distintas maneras, unas porque son inteligentes, otras porque son hermosas… hermosas por dentro o por fuera… hermosas en la forma de ser o en sus formas.
Existen aquellas de las que aprecias la espontaneidad, el coraje.
Existen las que te sorprenden con un gesto, con las que siempre puedes contar, las que te enseñan algo.
Existen las que te conquistan por la determinación, con la bondad o con el talento.
Existen personas que te gustan por cómo se mueven, por el tono de la voz, porque saben contar las cosas.
Existen seres humanos que te hacen reír hasta el llanto, que te iluminan.
Otros que tienen tu propia sangre.
Están los amigos que eliges, los que te decepcionan y decepcionas y se perdonan, aquellos gracias a los que cambias, aquellos por los que nunca cambias.
Existen personas que te convencen, que te sorprenden y que te fascinan.
… y luego están las personas que sientes.
Tal vez no sean perfectos, no son infalibles y todo nos equivocamos (por suerte).
Sin embargo, son las personas que sientes.
Esas que sintonizaron la misma frecuencia de radio, en un tiempo en que la radio aún no existía.
El cielo no es un lugar a donde hay que ir, es un estado del corazón.
Decido ver que en este momento están ocurriendo cientos de milagros, curaciones espontáneas.
Gente enamorándose, individuos alcanzando metas, madres dando a luz, niños aprendiendo a caminar, ancianos celebrando cien años de vida.
Miles de operaciones exitosas en los hospitales, gente bailando alegremente, canciones nuevas naciendo, jardines a punto de florecer, amigos abrazándose.
Seres realizando actos de bondad y compasión para que otros vivan mejor.
Que el lugar donde habito es hermoso, e infinidad de hechos de verdadera importancia que son valorados únicamente por aquellos que no aceptan nada menos que buenas y sanadoras noticias.
Decido mi reflejo.
Tomémonos de la mano en esto de crecer.
Compartir
Espectacular… Gracias por compartir un escrito tan sentido y que celebra ser Humanos. Felicitaciones
Agradezco tu comentario sobre este escrito Xiomara, intento describir instantes vividos en la ciudad que tanto amo. Siempre eres bienvenida a mi blog.