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EL PRINCIPIO

Escena única
Dos personas quedan en una cita para conocerse personalmente.
Interior/restaurant/noche
(Conversación iniciada)

Personaje A: … ¿A qué te dedicas?

Personaje B: Soy actor.

Personaje A: Sí, pero… ¿a qué te dedicas para vivir?

Personaje B: (incrédulo) … a la actuación.

Personaje A: Ah, comprendo, y… ¿no trabajas?

Personaje B: (Al camarero) Señor… ¡la cuenta por favor! (mutis).

Esta escena, aunque parezca absurda es extraída de la vida real, huye de estos cuestionadores de oficio, solo intentan agredirte. Comienzo con esta anécdota de muchos actores y artistas en general, porque considero importante tener una elevada autoestima para serlo y no sucumbir al entorno que podría intentar hacernos decaer en nuestro camino de realización profesional.

A innumerables actores les ha sucedido algo similar, ni hablar del momento en que deben confrontar a sus padres y decirles que sienten el deseo de ser artistas.
En el común de cierta masa crítica está la creencia de que ser actor es sinónimo de tener “conductas desviadas”, además que ninguna lo es, son solo prejuicios sociales; o también el de ser el individuo más antisocial jamás imaginado, pero resulta que el oficio del actor no “corrompe”, al igual que ninguna otra disciplina artística. Tú llegas “vestido a la fiesta” desde tu casa.

También me llega a la memoria cuando algunas personas intentan subestimarnos en relación a alguna emoción o pensamiento que manifestamos en nuestra cotidianidad, argumentando cosas como: “no le crean, es actor” o “deja el teatro”, aludiendo a la falsedad de nuestro sentir. ¡Nada más alejado de la realidad! De hecho, ese tipo de términos han sido acuñados por muchos en diferentes contextos, insinuando que la actuación es sinónimo de mentira. Todo lo contrario, es la verdad quien la sustenta.

 

LEALTAD A NOSOTROS MISMOS

  TEATRO DEL ACTOR, núcleo Caracas

Esas personas están sumidas en la ignorancia, nada más equivocado ya que un actor interpreta emociones, no las imita. Trabaja con “la verdad”, y al final de este libro veremos cómo “la verdad” nos eleva. “Verdad” es el justo sinónimo de actuación.

Lo que alguien decida ser y hacer con su vida personal e íntima tiene otro origen, y si hablamos que además ciertos padres intentan quitarle de la mente esa inquietud a sus hijos con argumentos financieros, pues también allí se equivocan, ya que el llamado éxito económico o no, dentro de esta profesión, es tan relativo como en cualquier otra. Conozco muchos abogados, médicos, ingenieros, economistas, etc., haciendo otras cosas para vivir, y por irónico que parezca, algunos hasta se dedicaron a la actuación como medio para subsistencia.

Lo cierto es que las personas más tristes que conozco son las que no hicieron lo que quisieron con sus vidas, los que por miedo traicionaron su instinto, su vocación.

La actuación es una disciplina artística ancestral, se remonta a los griegos 500 a.C. aproximadamente, el primer actor del que se tiene conocimiento escrito fue el griego Tespis, que actuó en el Teatro de Dioniso de Atenas en el año 534 a. C.  En el escenario, Tespis habló en primera persona, interpretando de esta manera a un personaje. En aquel entonces ya se habían narrado historias ante una audiencia, pero siempre en tercera persona y, además, de forma cantada.

Sobre esta información, imaginemos la cantidad de referencias teóricas y prácticas que poseemos para desarrollar nuestra propia técnica actoral o comulgar con la que más resonemos.

He notado que muchas personas, en algún momento han tenido la inquietud de ser actores, pararse sobre un escenario o delante de una cámara. Parece ser que en los llamados actos culturales que se realizan en lo colegios, cuando se es pequeño, queda sembrada la semilla de esa inquietud, o tal vez, en el hecho de admirar a algún actor de cine o TV y querer hacer lo que él hace.

Para algunos termina siendo el hallazgo de una vocación que continuamos transitando el resto de nuestras vidas y para otros se vuelve una especie de quimera de algo que probaron y que les encantó hacer, pero que por “cosas de la vida” decidieron enrumbar su destino hacia otros derroteros.

Aun así, en ellos queda latente la inquietud de que algún día puedan cumplir la experiencia de volver a actuar, mientras tanto lo hacen o en sus momentos de intimidad, debajo de la ducha o frente al espejo de su habitación, imaginándose ante un gran público.

 

LEALTAD A NOSOTROS MISMOS

     Antes de salir a escena, alumno de «TEATRO DEL ACTOR», núcleo Caracas.

 

Para decir esto, me baso en alumnos de “avanzada edad” que han pasado por mis manos. Personas con más de cuarenta, cincuenta años y hasta más, que han llegado preguntándome si aún están a tiempo para estudiar actuación.

Las historias de por qué no lo habían hecho antes son conmovedoras. Para algunos influyó el miedo a confesárselo a sus padres, ya que ellos querían un futuro económico mucho más seguro que el hecho de ser artistas, para otros el creer que se requería mucho dinero para emprender ese sueño, otros se limitaron por la zona donde habitaban, tal vez apartada de los centros de estudios y otros por la justificación de haber hecho familia, y primero estaba echar a sus hijos adelante antes de cumplir un sueño propio. Otros, por la edad; otra creencia errada ya que a lo largo de la vida tenemos la capacidad de crear.

Sea el caso que fuere, lo cierto es que se traicionaron en su más profunda intimidad, en su más profundo querer de qué hacer con sus vidas. Venció el miedo de otros y la manipulación social.

En el camino hacia el cambio encontrarás personas que te dirán que “no se puede”, “es imposible”, “es difícil”, “la vida es dura”, “no vale la pena”. Tranquilo no hablan de ti, hablan desde sus miedos.

Siempre estamos a tiempo para emprender el camino del arte, en cualquier momento de la vida puedes iniciar un proyecto, pero sobre todo dentro del arte dramático. Pensar otra cosa es crearse barreras inexistentes que solo se alojan en la mente. Sigue tu instinto, no dejes de hacer nada que quieras hacer por el prejuicio o temor de otros. Si no haces lo que se te antoje estando vivo, entonces ¿para cuándo?

El miedo a hacer es un elemento que te castra e impide que te muestres como eres, en todo tu esplendor, y dentro del campo artístico opaca todo tu potencial.
De allí que dentro de esta hermosa profesión existe el término miedo escénico. Veamos un poco sobre ello en el próximo artículo.

Extracto de mi libro «La actuación, su sentido místico»

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LEALTAD A NOSOTROS MISMOS

             Alumnos de «TEATRO DEL ACTOR», núcleo Valencia.

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