Descubrir la emoción.
Con respecto a sanar la emoción donde inició todo, tenía una pista concreta, y es que sabía sobre el hecho de que el tamaño de la lesión está relacionado metafóricamente con los años que han pasado desde donde se produjo. En mi caso la lesión principal medía 5 cm y la otra (metastásica) 8 cm, por consiguiente, todo comenzó entre 5 a 8 años hacia atrás aproximadamente.
Son esos conflictos desencadenantes, aquellos que detonan “la enfermedad”. De acuerdo con la epigenética, muchas veces vienen estructurados de manera transgeneracional o desde el vientre de mamá, otras veces en la primera infancia y otras en alguna estación de la vida, según como vamos digiriendo las experiencias.
Somos seres emocionales, cuando hacemos click con algo es por la emoción y no por el intelecto. Hasta las personas que dicen enamorarse del intelecto de otra, es realmente de la emoción que con ellas se producen, lo que las seduce.
Las emociones no son ni buenas ni malas, esos son solo juicios.
El odio por ejemplo es solo eso, una emoción más, se debe integrar, expresarlo y canalizarlo de la mejor manera. Todo lo que no se expresa se imprime dentro de nosotros. Eso de integrar que sea con absoluta y plena consciencia para así exorcizarlo de raíz.
El concepto de que el odio es malo es una creencia errónea. Lo que hace daño es esa emoción reprimida, ya que se convierte en el activador de muchas enfermedades, y repito que no es porque odiar sea malo, sino que al no expresarla de la manera más adecuada vibraremos en un espacio muy bajo energéticamente, el cual atraerá situaciones muy alejadas de la armonía, la alegría y la paz.
Cuando nos permitimos hacerlo el inconsciente recibe esa emoción con júbilo, con liberación, como una emoción más y sin juicio porque el inconsciente no tiene la capacidad de juzgar.
Si parto del principio de que mi cuerpo no se podía poner enfermo, sino que lo puse enfermo, entonces lo que realmente necesitaba “sanación” era mi mente y mi corazón. La materia no tiene capacidad de pensar, de sentir ni de hacer nada, solo refleja mi estado emocional. Existe una relación cuerpo-mente que refleja cómo las actitudes conflictivas, las culpas, los temores y los sentimientos reprimidos, pueden influir directamente en el organismo y su funcionamiento.
Me enfoqué en descubrir cuál era el origen de mi dolencia y trabajar con esas emociones que convertí en negativas para que, a partir de allí, lograr que mi vida fuese amable conmigo, y es que de la cabeza a los pies hay algo detrás de cada dolor, algo más allá del cuerpo. En todos es así y de eso se ha escrito hasta la saciedad con base en infinidades de experimentos, estudios científicos o aportes espirituales.
Se dan cuenta que a pesar de poseer tanta información al alcance de nuestras manos decidimos aprender por dolor y no por consciencia, hasta que la vida misma nos obligue a reaccionar. A despertar.
A continuación cito a algunas personas que para mí fueron importantes en el complemento de mis investigaciones y que vinieron a ratificar con sus propuestas y creencias, mucho de lo que ya había aprendido, además de permitirme descubrir otras tantas, todas maravillosas, con ellas y algunos otros resoné en mi proceso de sanación.
Ellos no solo fueron simples fuentes literarias sino fuentes de sanación, como por ejemplo Debbie Shapiro y su libro “La conexión cuerpo mente” donde ratifica, como tantos otros autores, lo que ya he comentado de cómo nuestros estados emocionales pueden favorecer todo tipo de enfermedades: hipertensión, disfunciones cardíacas o trastornos nerviosos de diferentes tipos. Las distintas dolencias pueden contribuir no sólo a transformar nuestra salud física, sino también a facilitar la curación a un nivel más profundo.
El secreto está en descubrir y comprender los mensajes que encierran los desórdenes físicos para poder conocernos y vivir mejor.
“Para entender esta conexión psicosomática, antes tenemos que reconocer que la mente y el cuerpo son un todo”, afirma la autora.
Normalmente, consideramos al cuerpo como un “envase” que nos acompaña, al que debemos cuidar y que cuando se daña debemos llevarlo al médico para repararlo. “Lamentablemente esta visión es muy limitada. Niega la complejidad de energías que configuran todo nuestro ser, energías que fluyen y se intercomunican. No existe separación entre lo que sucede en la mente (pensamientos y sentimientos) y lo que ocurre en el organismo”, explica.
No era nada nuevo lo que dice Shapiro, como nada lo es, pero lo explicaba de manera muy sencilla. Ya desde siglos atrás existía aquello de “Mens sāna in corpore sānō” la cual es una cita latina que proviene de las Sátiras de Juvenal. La cita completa es “Orandum est ut sit mens sāna in corpore sānō” (Sátira X, 356). Nació en Roma, en el siglo II, es decir en la época del imperio. De por sí, se atañe a los griegos, pero es esto incorrecto. La frase aparece por primera vez en la Sátira X del cómico Juvenal. En la Roma imperial la frase era tomada como una broma.
Su sentido original sugiere la necesidad de orar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado; no es, por tanto, el mismo sentido con el que hoy en día se utiliza: «mente sana en un cuerpo sano».
En dicha sátira creó una oración donde se hablaba de mente sana en cuerpo sano, sugería que: “Se debe orar para que se nos conceda una mente absolutamente sana, que cree un cuerpo sano. Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte. Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza. Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos. Que no sepa de ira y esté libre de deseos, y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mucho mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de adorables y exquisitas plumas de Sardanápalo.
Te muestro lo que tú mismo puedes darte, con certeza que la virtud es la única senda para una vida tranquila”.
¿Se dan cuenta que desde siempre hemos tenido estos conocimientos?
Volviendo a Shapiro, decía: “demostrar el efecto de la relación psicosomática es sencillo. Sabemos que un sentimiento de ansia o nerviosismo puede dar lugar a un trastorno estomacal, estreñimiento o dolor de cabeza. Sabemos que el estrés puede ocasionar úlceras o, incluso, ataques al corazón; que la depresión y la infelicidad afectan a nuestro organismo hasta el punto que nos sentimos pesados y aletargados, faltos de energía; perdemos el apetito o comemos en exceso; nos duelen la espalda y el cuello… sin embargo, la felicidad aumenta nuestra energía y nuestra vitalidad”.
Por su parte el controversial Dr. Ryke Geerd Hamer (alemán) internista, radiólogo y psiquiatra, creador de la nueva medicina germánica (1981) quien creía fervientemente que los métodos presentes para tratar el cáncer son absolutamente bárbaros, crueles y totalmente innecesarios. Se ganó muy pocos amigos con sus opiniones en el mundo de la ciencia y de los laboratorios.
Desde que descubriera la Nueva Medicina Germánica en 1981, el Dr. Hamer escribió varios libros sobre esta medicina y sus extraordinarios descubrimientos. Algunos de estos libros han sido ya traducidos a varios idiomas, y el trabajo continúa aún después de su desaparición física en Julio del año 2017. Muchos médicos europeos practican este sistema bajo cuerda, reconociendo su excepcional capacidad para generar diagnosis.
El Dr Hamer decía: «A través de los milenios, la humanidad siempre ha estado al tanto, en grado más o menos consciente, de que todas las enfermedades en última instancia tienen origen psíquico, y esto se convirtió en un patrimonio «científico» anclado firmemente en el legado del conocimiento universal. Es meramente la medicina moderna que ha convertido a nuestro ser animado en mera bolsa llenas de fórmulas químicas.»
Que interesante perspectiva y su historia me parece conmovedora, en mi opinión fue ejemplo vivo de sus preceptos.
Les contaré un poco más en mi próxima entrega.
Extracto mi libro «Más allá del cuerpo» / Capítulo 5
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