Por otro lado, el extraordinario libro “Curación espontánea” del Dr. Andrew Weil, educado en la Universidad de Harvard, nos explica su planteamiento de la medicina integrativa y cómo funciona nuestro sistema intrínseco de curación del organismo, su conexión vital con la mente, su organización biológica, sus métodos de autodiagnósticos, y de autoreparación y regeneración. Los casos increíbles de sus propios pacientes y también los tratamientos que el doctor ha visto durante sus viajes por el mundo, constituyen una prueba irrefutable de la existencia de la llamada “curación espontánea” y de su sorprendente eficacia. Andrew Weil es uno de los médicos naturistas más célebres del mundo.
Además de su trabajo como divulgador, ha llevado las medicinas naturales a la Universidad. Es director del Centro de Medicina Integrativa en la Universidad de Arizona. Weil describe la “medicina integrativa” como aquella que tiene en cuenta la persona en su totalidad (cuerpo, mente y espíritu) y combina los tratamientos convencionales con los naturales y alternativos.
Estos son tan solo algunos de los muchos personajes contemporáneos que han contribuido enormemente a lo largo de la historia a la toma de consciencia que ya se hace notable en el mundo de la curación y la sanación, que si bien para muchos, enfermar puede obedecer a estímulos multifactoriales, sanar también, al punto que los doctores, comienzan a darse cuenta que estas realidades hace tiempo ya dejaron de ser tesis.
Estos son algunos ejemplos del vasto campo de información que tenemos a nuestro alcance y si requerimos más ejemplos puedo citar también la “epigenética conductual”, que inclusive ya se estudia en las universidades y que por increíble que suene habla de que todos heredamos múltiples aspectos psicológicos de nuestros padres y ancestros. La epigenética conductual viene abriéndose camino desde hace unas décadas y esta nueva corriente en biología propone justamente un puente entre lo determinado y lo aprendido en el desarrollo de los organismos vivos. Es decir, la interacción entre los genes y el ambiente.
La conjunción de los opuestos
La epigenética sostiene que las experiencias de las personas no desaparecen, sino que se adhieren a ellas, bajo la forma de un residuo molecular que se aferra al andamiaje genético.
Esto no significa que el ADN cambie, sino que los aspectos psicológicos y del comportamiento de una persona (aquellos que son regulados químicamente como la depresión por el desbalance de ciertos neurotransmisores) pueden ser legados a los descendientes.
Según la epigenética del comportamiento, las experiencias traumáticas pasadas de un organismo, o de sus antepasados recientes, dejan cicatrices moleculares que se adhieren a su ADN.
Desde personas de cualquier etnia que crecieron con padres alcohólicos o abusivos, hasta jóvenes cuyos padres o abuelos atravesaron por circunstancias históricas y crueles como masacres (descendientes de judíos de la época nazi, de chinos sobrevivientes de la revolución cultural, colombianos que padecieron los años de terrorismo, etc.). Todos estos descendientes conservan mucho más que recuerdos en la mente.
No obstante, los mecanismos de la epigenética del comportamiento se establecen no solo a partir de los déficits y evidentes debilidades o impactos negativos experimentados por los antepasados, también se “graban” biológicamente las fortalezas y resiliencias. La epigenética abre una nueva vía en el tratamiento de los problemas emocionales o de comportamiento relacionados con las vivencias negativas.
El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung también tuvo su aporte en relación a este tema con sus estudios sobre el inconsciente colectivo, es un término acuñado por él. Jung postuló la “existencia de un sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón”.
Según infinidad de investigadores, en estas instancias se comprende que lo transgeneracional puede incidir en tu vida presente.
Cualquier creencia que decidamos adoptar debemos resonar plenamente con ella y actuar en coherencia.
Lo cierto es que hay que sanar las emociones desde donde haya que hacerlo, desde donde esté el embrión de esa emoción que detonó la somatización y para ello estar en meditación me llevó a esos rincones donde la simple memoria no llega, a un punto donde los recuerdos se diluyen. Fue un viaje más allá de lo cómodo y conocido donde se me develó lo que requería saber.
Como pueden observar no me quedé estático desapareciendo en un drama sin fin, sino que tuve la inquietud de investigar sobre otros tipos de información, distinta de los tratamientos más conocidos para curar mi afección física, por ello lo comparto.
Céntrate en tu ser, siempre insistiré en la panacea que significa ser coherente entre el pensamiento, la emoción y la acción. Para las antiguas culturas “la panacea” era un mítico medicamento que curaría todas las enfermedades o, incluso, prolongaría indefinidamente la vida y es interesante conocer que era buscada por los alquimistas durante siglos, especialmente en la Edad Media. En mi humilde opinión el error que cometieron fue que lo buscaron fuera del ser y jamás comprendieron que esa panacea estaba dentro de sí mismos. En muchas personas la historia se sigue repitiendo, por ello el conocimiento debe ser compartido y la consciencia expandida.
Como complemento podría también decirte lo sustancial y el gran apoyo que aportó un cambio de alimentación un poco más alcalina que ácida (múltiples estudios explican el porqué), al igual de una rutina de ejercicios físicos, ya que no podemos obviar que también hablamos de un cuerpo físico que está comprometido.
Todo suma. Haz lo que te resuene de toda la información que pueda llegar a ti, como te insisto siempre. Cada persona de la mano con su verdad manteniendo la coherencia, porque intuyo que hasta el hecho de no querer sanar tu cuerpo físico es válido si sientes que es tu momento de trascender de este plano. Eso se siente.
Uno sabe si no es el momento de irse, aunque esté en un estadio tan avanzado, de acuerdo con los parámetros médicos, como era mi caso.
Un representante de la ciencia me había tildado de “estado irreversible” para curarme, pero tuve la certeza que sanar podía hacerlo solamente yo y así lo decidí desde el primer instante. Creí que ya estaba sano y que esta experiencia llamada “enfermedad” solo era para crecer a un nivel mayor de consciencia sobre ciertos aspectos importantes para mi alma. Sentí continuar aquí, un tiempo mucho más largo.
Extracto mi libro «Más allá del cuerpo» / Capítulo 5
https://www.amazon.com/dp/B07GY4P1B9/ref=cm_sw_r_cp_api_H0VKBbDMH4SGY
http://amazon.com/author/sebastianfalco
Compartir
«La salud no es una forma de sentirse, si no una forma de estar presente»
Esta frase de Hans Georg Gadamer, viene a mi mente cuando leo este blog. Ciertamente a través de estás letras se aviva la consciencia del todo y la parte. Una vuelta a casa segura. A ese lugar que hábito, mi cuerpo, y este planeta inmerso en el universo.
Gracias
«A la casa segura» de donde provenimos. Gracias Dayana, por compartir tu sentir.