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El mar posee un efecto sanador. Su sonido, su vaivén armonioso. Pocas cosas hay en este mundo más relajantes que sentarte a la orilla del mar. Calma tu cerebro y lo centra, también te ayuda a ser más creativo.

¿La razón?, para empezar, el intenso color azul es uno de los colores favoritos de todo el mundo porque está asociado a la calma, a la relajación, la profundidad y el conocimiento.

 

 

Según Wallace J. Nichols, biólogo marino y autor del libro Blue Mind, “observar una gran cantidad de color azul nos induce a un estado meditativo, que se caracteriza porque nos aporta calma, paz interior y un sentimiento de satisfacción con nuestra vida en general”.

Estar cerca del mar también nos da la oportunidad de desconectarnos del caos cotidiano en el que vivimos sumergidos o en el que intentan sumergirnos. Es una manera de dejar de escuchar los ruidos, bien sea de las voces proféticas del final del mundo, de las calles, de las oficinas, o del tráfico diario de nuestras ciudades.

 

 

Estar cerca del agua es una forma de que nuestro cerebro tenga unas merecidas vacaciones de esa sobreestimulación con la que vivimos.

Pero el mar también tiene sonido, uno propio, rítmico, repetitivo, simple… tan simple como la imagen que ofrece, un solo horizonte de un único azul.

 

 

Dice el Dr. Wallace, “el aire del mar también es rico en iones negativos, unas partículas cargadas energéticamente, y al contrario de los positivos, tienen un efecto beneficioso sobre el organismo: relajan y favorecen la producción de serotonina, un neurotransmisor cerebral cuya liberación produce sensación de bienestar”.

En mi etapa oncológica, la naturaleza siempre amorosa y perfecta, era la única terapia que requería. Llenarme de mar.

https://plasticoceans.org/ciencia-de-la-mente-azul/

 

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