ANÁLISIS DEL TEXTO
El primer acercamiento que tenemos al personaje es en el texto escrito que vamos a interpretar, la historia que desarrollaremos está en él. Es a través de la lectura donde sacaremos el contexto histórico, social, afectivo, psicológico y emocional para componer nuestro personaje, e inclusive, la creación de los antecedentes históricos que no aparecen en el texto.
Podremos definir con quiénes se interrelaciona y qué tipo de relación establece con los otros personajes. Esto es un elemento eficiente a la hora de la interpretación ya que le da matices a nuestro trabajo. La interrelación entre nuestro personaje y los demás, variará según el grado afectivo, intelectual y emocional.
Un correcto análisis del texto redunda en el despertar de una mayor lógica de pensamiento, sentimientos y conductas para así no limitar la interpretación sólo a lo que las palabras parecen sugerir.
Nos debemos a la tarea de elevarnos hasta el personaje, ocultarnos tras él, hasta finalmente, eclipsarnos ante su personalidad para mostrarlo tal cual es. Ser solo un instrumento. De esta manera los espectadores podrán disfrutar del talento del actor.
Biológicamente hablando, el personaje no existe, no es algo que se pueda palpar, el problema no es identificarlo con alguien. A lo sumo es una idea que no tiene corporeidad.
El actor, como creador, toma de un personaje los rasgos que le interesa según el uso que él quiera hacer de los mismos. Por esta razón su composición puede prestarse a infinidad de variables. También por ello pueden existir distintas interpretaciones de un mismo personaje.
Romeo de Shakespeare ha sido interpretado de muchas maneras a consecuencia del intelecto, pasión y talento de los distintos actores que lo han abordado; por lo tanto, el resultado final tiene variables naturales, aunque siempre se respeta la línea del autor.
Somos intérpretes de una sinfonía, intérpretes vivos. Al fin y al cabo, el personaje será aquel con el que nosotros queramos convencer a los demás. Debemos, por lo tanto, irnos distanciando de nosotros mismos al componerlo para trabajar en su sola proyección.
La intuición prevalece a la deducción en esta búsqueda. Debemos ir perfilando nuestro personaje en la imaginación para irnos desvaneciendo poco a poco y cada vez más hasta fusionarnos con él, hasta ser otro. Irnos “vaciando” para que el personaje se instale e imponga su voz, acentos, gestos, reacciones, modo de caminar e incluso “tics”.
El propósito de la preparación dentro del análisis de texto, es ayudar a la fe del actor para crear una continuidad de comportamientos característicos a todo ser vivo. Es aprender siguiendo el camino que nos enseña la naturaleza a dar vida a las cosas no existentes, haciéndolas reales para sí, con el objeto de trasmitir esa realidad al espectador. Al momento de la interpretación no debe prevalecer el análisis de texto, porque entonces sería una interpretación desde el intelecto y no desde el corazón.
Tenemos que desarrollar la consciencia de “actuar” con la ilusión de la primera vez donde nada ha tenido lugar antes. Es obtener la cualidad primaria del actor: la que demanda conocer de antemano lo que va a suceder y aplicarlo al arte interpretativo que obliga a que “parezca” como si no se supiera.
El estudio de escena por escena y parlamento tras parlamento con el objeto de reordenar las frases uniendo la propia respiración a la del autor para colocar pausas y respiraciones justas, es una tarea lenta pero productiva. Aprovechemos el análisis de texto o trabajo de mesa, como me gusta llamarlo, para estimular la imaginación por medio de preguntas relativas a los antecedentes del personaje, detalles de su vida, rasgos íntimos, etc. Esto llevará a nuestra mente nuevas ideas en el proceso de búsqueda para la composición de un personaje.
En el próximo artículo les hablaré sobre texto y subtexto como parte de este tema sobre «análisis del texto».
Extracto de mi libro «La actuación, su sentido místico»
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